Friburgo, en Suiza, es un modelo en la gestión de residuos, que se ha ocupado de hacer conciencia ecológica de su población desde la infancia, aplica y cumple las leyes federales y locales, además sobresale la voluntad política para invertir, ordenar y contratar a servidores públicos capaces.
Un reportage de Mariela Castañón/La Hora
Consciencia ecológica desde la infancia
Es una mañana soleada y calurosa de junio. Dos mujeres adultas acompañan en la vía pública a más de una decena de niñas y niños de entre 6 y 8 años que se dirigen a su centro educativo en la Ciudad de Friburgo, Suiza. Una de las mujeres va al frente y la otra al final. Ambas cuidan y guían a los pequeños, quienes se detienen unos minutos.
Antes de ingresar al colegio, una de las mujeres les pide a los niños revisar las bolsas de su ropa y depositar la basura en el vertedero que está a escasos metros de la escuela. Además, les recuerda que cada desecho como papel, cartón, botellas y aluminio se debe colocar en un lugar específico.
Los niños revisan las bolsas de su ropa y colocan los residuos en el lugar que corresponde. Luego continúan su camino e ingresan al centro educativo.
Desde su niñez, la población suiza es concientizada sobre la importancia de clasificar los residuos y cuidar el medio ambiente, están conscientes que sí existe negligencia en sus acciones, o sí dañan los recursos naturales, ellos y las siguientes generaciones serán afectados.
Por esa formación desde la infancia, no es extraño encontrar a personas adultas que ingresan a una tienda a comprar una porción de pastel y llevan su propia bolsa de tela para guardarlo, o un vaso reciclable para su bebida. En algunos comercios, venden granos básicos y cereales que los clientes colocan en sus propias bolsas de tela para evitar producir basura.
Andrea Burgener, consejera municipal de la Ciudad de Friburgo, admite que la población suiza es estricta consigo misma para reciclar, pero todavía es necesario reforzar un concepto global de la separación de los desechos.
En la parte política, Burgener expone que hablan constantemente del reciclaje en el Parlamento de esa ciudad porque surgen dudas sobre el tema. Además, han asignado a una persona para visitar las escuelas y educar a la niñez sobre el reciclaje.
“Esta persona va a las escuelas para enseñar a los niños a reciclar porque estamos convencidos de que los niños pueden educar a sus padres si han aprendido algo que tiene sentido en la escuela”, refiere la consejera municipal.
Cada Suizo es responsable de la basura que produce
La conciencia en la gestión de los residuos que promueve Suiza va de la mano con la responsabilidad y esto significa que la persona, familia o empresa que genera más desechos debe responder económicamente por eso.
François Dunand, jefe de Logística de la Ciudad de Friburgo, explica que una de sus funciones es coordinar el trabajo de un grupo de personas que recoge la basura en 15 puntos de la ciudad.
En Suiza cada habitante es responsable de separar sus desechos, algunos objetos pueden reciclarse y otros deben incinerarse.
La recolección de los desechos consiste en que el conductor maneja el llamado “camión basura”. Otros dos hombres asisten en la recolección de los desechos que han sido clasificados por las personas. Existe un día específico para cada tipo; por ejemplo, los martes recogen la basura orgánica o vegetal y viernes el papel. En algunos casos los residuos son llevados al centro de recolección, todo depende del tipo que sea.
Las autoridades de Friburgo mantienen comunicación con la población a través de campañas de concientización y folletos, para recordarle y explicarle cómo deben clasificar sus desechos.
En relación con el reciclaje o la destrucción de los residuos, Christian Kilchoer, jefe de la Administración del Vertedero de la Ciudad de Friburgo, recuerda que en una ocasión un señor insistió en destruir un mueble, él intento explicarle que ese objeto podría tener otra vida y ser reciclado, pero el propietario insistió en que quería destruirlo y deshacerse de eso; respetaron su decisión.
Todas las personas en la ciudad de Friburgo deben pagar obligatoriamente 90 francos suizos anuales (unos Q720) por la recolección de basura. Sin embargo, ese monto puede variar o incrementar de acuerdo con la cantidad y tipo de basura que produce cada ciudadano.
Según estadísticas de la Jefatura de Logística de Friburgo, en este lugar hay un promedio de 40 mil habitantes. En el 2021 fueron recicladas 9,364 toneladas de residuos, monto ligeramente inferior a las 9,413 toneladas del 2020.
La pila marcó un antes y un despuès
Suiza, al igual que otros países, ha tenido sus propios desafíos. La diferencia es que ha logrado sobrellevar las situaciones con acciones específicas.
De acuerdo con una publicación del periódico La Liberté, en Suiza, entre 1953 y 1972, la Ciudad de Friburgo gestionó el vertedero La Pila en donde se colocaban todos los desechos sin clasificación, no había una normativas, controles ni vigilancia.
Según un estudio al que tuvo acceso La Liberté, la historia empezó a principios de la década de 1950. La Ciudad de Friburgo, ante una creciente urbanización, buscaba un lugar para instalar un vertedero público en sustitución del barranco conocido como Pérolles. Finalmente se llegó a un acuerdo para operar un sitio ubicado en el bosque de Chátillon en La Pila.
La publicación refiere que el relleno sanitario estaba destinado a recibir basura y desechos de los habitantes de la ciudad, comercios de la región y municipios aledaños. En noviembre de 1967 la Ciudad de Friburgo encargó una planta de incineración en Les Neigles y los residuos de la combustión de desechos se depositaron en La Pila. Ese mismo año, el cantón instaló un depósito oficial en el sitio del vertedero de autos viejos, quemados en el lugar.
De acuerdo con la descripción de la publicación y de varias entrevistas, el vertedero de La Pila podría compararse con uno de tantos basureros que funcionan en Guatemala donde todos los desechos se acumulan sin clasificación, pero la diferencia es que Suiza aprobó y cumplió leyes para proteger el medio ambiente.
Fabien Noel, ingeniero municipal de la Ciudad de Friburgo, dice que con el tiempo las leyes han evolucionado y existen normativas federales y locales en cada lugar de Suiza que permiten mayor control y evitar situaciones como las que ocurrieron en La Pila.
Las normativas y controles actuales son estrictos y no pueden transgredirse, explica Noel. En la Ciudad de Friburgo predomina una ley federal y una norma local, aunado a sus reglamentos, todo orientado a proteger a la naturaleza y no dañarla.
Cada lugar puede decidir sus propias reglas y la población está consciente de esto, así como que paga más quien genera más residuos.
Una de las cualidades de la población suiza es que se involucra en los problemas que les afectan, como la necesidad de proteger la naturaleza y gestionar los desechos. Si los ciudadanos o grupos no están de acuerdo con las decisiones que toman sus representantes en el Poder Legislativo se unen, recolectan firmas y piden a sus congresistas que modifiquen o cambien dicha normativa, dice Noel.
Voluntad política: orden y capacidad
Las normativas generales y reglamentos en Suiza demandan mayores controles en la gestión de los desechos que son reciclados o incinerados.
La Sociedad Anónima de Incineración de Residuos del Cantón de Friburgo (Saidef por sus siglas en francés), funciona desde el 2001, es la encargada de incinerar los desechos y pertenece al Gobierno de Friburgo, al Grupo E (la compañía energética de Friburgo), al Gobierno de Vaud y a las comunidades de Friburgo y Vaud.
Henri Klunge, responsable del Medio Ambiente y Seguridad de Saidef, explica que el trabajo de esta sociedad es importante porque evita que los residuos se acumulen en un vertedero, además producen energía, ahorran espacio y quitan materiales contaminantes de la naturaleza.
Saidef recibe residuos urbanos y algunos médicos o especiales para las industrias, también lodos para las plantas de tratamiento. Estos residuos provienen del Estado de Friburgo, de una parte del Estado de Vaud y de algunas comunidades de Berna.
De acuerdo con Klunge, el año pasado incineraron 95,182 toneladas de residuos y 36,289 toneladas de lodos. Mientras que en los primeros seis meses de 2022 quemaron 46,091 toneladas de residuos y 19,079 toneladas de lodos.
El costo anual por la incineración de esos residuos supera los 18 millones de francos suizos (1 franco suizo igual a Q8.11), explica Klunge.
Uno de los principales retos de Saidef es mantener la planta en buen estado porque debe funcionar las 24 horas del día, los 7 días de la semana. La planta se detiene únicamente 3 semanas cada año.
El entrevistado describe que otro de los desafíos es que dentro de poco tiempo no tendrían suficientes materias primas para tratar los humos o el agua.
Las cenizas de los residuos son trasladadas a los basureros tipo “D” y “E”. Los residuos de tipo D son principalmente de plantas incineradas de residuos domésticos (escoria), también se colocan los desechos de chatarra con arena, terrenos contaminados con plomo.
Mientras que los residuos tipo B son menos contaminados, por ejemplo, los ladrillos de terracota, tierra que contiene sustancias químicas pero debe cumplir con valores admisibles, de lo contrario debe desecharse en rellenos sanitarios tipo “E”, explica Jean-Claude Balmer, director de Operaciones de la Ciudad de Friburgo.
Según el Director de Operaciones, el vertedero tipo “E” está en función desde 1995 y el tipo “D” desde 2001, fecha en la que se creó la planta incineradora. Ambos cuentan con un sistema de captación de agua en el fondo del vertedero con posterior tratamiento (planta depuradora).
Balmer indica que anualmente reciben aproximadamente 25 mil toneladas de materiales en cada tipo de vertedero. Este año tienen un presupuesto de 6.5 millones de francos suizos, pero esto representa el fin de las inversiones porque no tienen posibilidad de prórroga.
Los desafíos para administrar los rellenos sanitarios tipo “D” y “E” son encontrar nuevas ubicaciones porque los basureros se llenan rápidamente y no es fácil abrirlos, describe Balmer.
Gestión de residuos, responsabilidad de todos
La gestión de los residuos tiene implicaciones en la salud, el medio ambiente, la gobernanza y la educación. La población suiza está consciente de eso y posee su propio modelo de administración de los desechos.
abien Noel, el ingeniero de la Ciudad de Friburgo enfatiza en una reflexión general que no solo aplica a Suiza: ¿Qué país quieres dejar a tus hijos o generaciones?, se pregunta
Noel reitera que el daño provocado a la naturaleza afecta a la población.
El vertedero de La Pila que provocó contaminación en Suiza, pero que ha ido en un proceso de saneamiento es un ejemplo. Si los residuos contaminados y acumulados en una montaña caen a los ríos, estos pueden envenenar a los peces y al agua; cuando los peces son consumidos por la población, estos también serán afectados con enfermedades graves como cáncer.
Los estudios científicos que han elaborado los suizos sobre las consecuencias de una inadecuada gestión de residuos advierten del peligro al que están expuestos países que carecen de modelos de gestión de desechos como Guatemala, que a la fecha acumula miles de toneladas de basura en los vertederos de todo el país.
Cet article est paru dans La Hora (Guatémala) le 30 juillet 2022